Karttikeya, dios de la guerra.

En la religión hinduista, Karttikeya es el segundo hijo del dios Shivá y la diosa Pārvatī. Tiene seis cabezas. Es el dios de la guerra, porque dirige los gana (las ‘huestes’ del dios Śivá) contra los ejércitos de los demonios.

Es el dios de la guerra y de la victoria, y fue creado para destruir a los demonios. Mientras que señor Ganesha quita todos los obstáculos, Kartikeya concede todas las energías espirituales, particularmente la energía del conocimiento. Él tiene seis cabezas que corresponden a los cinco sentidos y a la mente.
Kartikeya sostiene en una mano una lanza llamada Shakti, que simboliza la destrucción de tendencias negativas en seres humanos; su otra mano está bendiciendo siempre a devotos. Su vehículo es un Pavo real que agarra una serpiente con sus pies. El pavo real es capaz de destruir serpientes dañosas que simbolizan el ego dañoso y deseos de la gente.

La creación de Karttikeya:


Hay varios mitos relacionados con su nacimiento. De acuerdo con una leyenda, Karttikeya nació sin la participación de Parvati, mujer del señor Shiva. En una ocasión, el semen de Shivá (que según algunos tenía forma de rayo) cayó en el fuego.

Era tan caliente y brillante que sólo podía tocarlo Agní, el dios del fuego. Siguiendo las instrucciones de Shivá, Agní depositó este semen en el río Ganga (el Ganges). La diosa Ganga entonces lo nutrió, hasta que un bebé con forma humana, Karttikeya, surgió del río. Por eso a veces se dice que Karttikeya es hijo de Agní y Gangā. (Aunque realmente es hijo de Shiva y Parvatti.

El bebé fue alimentado por las seis Krittikás (ninfas hinduistas) Para poder aceptar simultáneamente cada uno de estos pechos, el bebé desarrolló seis cabezas. Cuando la diosa Parvati vio a esas seis criaturas-seis abezas, se sintió transportada por su belleza, y las abrazó los seis cuerpos con tanta fuerza que se convirtieron en uno solo, aunque conservaron las seis cabezas y los seis pares de brazos.

Tarakasur, el demonio asura que ribalizó con todas las deidades:

Tarakasur es el rey de los demonios y fue a principios de los devotos de Shiva . Había emprendido un camino acertado para absorver todo el karma posible, y complacer al Señor Shiva, de esta manera obtuvo un beneficio que sólo podía ser asesinado por el hijo de Shiva. Así que automaticamente el demonio se doblegó contra los dioses ya  que se creía virtualmente inmortal.

Tarakasur parecía ser invencible. Estaba poniendo en jaque la humanidad y estos pedian ayuda continuamente a los dioses. Otras deidades intentaron luchar contra este poderoso señor de la guerra. Indra, señor de los semidioses acudió a la batalla pero en vano, el golpe que le propoció Tarakasur fue tan severo que Indra cayó inconsciente. Todo el 'Lokpalas' corrió la misma suerte. Después de eso Tarakasur luchó con Veerbharda y le dejó inconsciente. Incluso el Señor Vishnu no pudo sostener por mucho tiempo y fue derrotado en última instancia.

El señor Brahma entonces pidió luchar a Kartikeya contra Tarakasur, ya que nadie excepto él sería capaz de matarlo. Tarakasur ridiculizó a las deidades por tomar la decisión de mandar un escudo de un niño pequeño a matarlo.

Una feroz batalla comenzó entre ambos en la que los dos se lesionaron de gravedad. Al fin de ver el momento oportuno, Kartikeya golpeó a Tarakasur en el pecho con su arma-Shakti ayudado por toda la energia del dios Shiva. El golpe resultó ser fatal y como resultado Tarakasur murió al instante.

Tras esta hazaña Kartikeya  fue aclamado por todos los dioses. Después de matar a Tarakasur, Kartikeya fue a la madre Parvati, quien cariñosamente lo tomó en su regazo. Fue elogiado por todos los dioses.

Los hijos de Shiva y Parvati, disputados entre ambos:

Los dos hijos de Shiva y Parvati fueron llamados Ganesha y Kartikeya. A medida que pasó el tiempo, ambos llegaron a tener un gran deseo de casarse. Suplicaron a sus padres, "Por favor, por favor encontradnos unas esposas adecuadas. Elegid vosotros. Estamos deseando casarnos. A menos que estemos felizmente casados, sentiremos que nuestras vidas estarán vacías."

Shiva y Parvati estaban más que contentos de satisfacer la petición de sus hijos. "Os encontraremos a ambos unas hermosas esposas", prometieron.

Desafortunadamente, Ganesha y Kartikeya tuvieron una terrible discusión. Cada uno de ellos quería casarse el primero. Ganesha quería casarse antes que Kartikeya porque él era el mayor de los dos, y Kartikeya quería casarse antes que Ganesha porque pensaba que el más joven debía tener la primera oportunidad.

Shiva y Parvati tenían ahora un serio problema entre manos. No podían decidir a quién complacer y a quién negar. Por fin Shiva dijo, "Hagamos una cosa: el que pueda viajar hasta los confines de la Tierra y volver primero, se casará primero."

Kartikeya emprendió inmediatamente su viaje. Su vehículo fue un pavo real. Pasaron tres años y todavía no había alcanzado los confines de la Tierra. Mientras, el barrigudo Ganesha permaneció en casa divirtiéndose. Sabía que no podía esperar mantener el paso de su atlético hermano.

Cuando Shiva vio que Ganesha ni siquiera había comenzado la carrera, le dijo, "¿Qué estás haciendo? ¡No has comenzado aún! Cualquier día, en cualquier momento, Kartikeya volverá. ¿Qué te pasa? Ganesha permaneció callado y Shiva continuó: "Sé lo que estás pensando. Mientras puedas casarte, es suficiente. Ya no te preocupa más quién sea el primero o el segundo. Por eso no estás apurado. Has aceptado tu derrota."

Ganesha sencillamente sonrió a su padre y continuó con sus rutinas habituales. Un día, un pensamiento cruzó por su mente: "Estoy seguro de que ahora mi hermano ya habrá llegado a las más remotas latitudes de la Tierra y está en camino de regreso a casa. Ahora es el momento de que yo actúe". Fue a bañarse al río y luego rodeó a su madre, Parvati. Tras completar una vuelta, se bañó otra vez y de nuevo rodeó a su madre. Siete veces se bañó y siete veces dio una vuelta alrededor de ella. "¿Qué estás haciendo, hijo mío?"–preguntó Parvati. "Madre, ¿no has leído nuestras escrituras sagradas? –respondió Ganesha.

Los shastras nos dicen que tú eres la Madre Divina; tú eres el mundo entero, el universo entero. Yo he dado la vuelta a tu alrededor no una sino siete veces. Eso significa que he ido alrededor del mundo siete veces. ¿Acaso no tengo derecho a casarme el primero? "¿Qué clase de lógica es esta"–objetó Shiva. Ganesha presentó su argumento: "Si no consideras a mi madre como la Madre Divina, si no crees en los Veda, ¿por qué le dices a la gente que honre los Vedas? Tú siempre dices que los Vedas son correctos y perfectos. ¿Cómo puedes justificarte?" Shiva comprendió que su hijo tenía razón. Parvati era el universo entero.

Cuando Kartikeya se acercaba a su hogar, vio al sabio Narada, y le preguntó: "¿Cómo va todo? Dame algunas noticias". "¿Cómo va todo?" –replicó Narada– "¿Por qué vienes tan tarde?" "¿Qué quieres decir?" –preguntó Kartikeya– "¿Ya ha regresado Ganesha?" "Si" –dijo Narada– "Está casado, tiene dos esposas, y cada una de ellas le ha dado un hijo. ¿Cómo has podido dejarle reclamar la victoria?" Al oír las noticias de Narada, Kartikeya se puso furioso. No aceptó para nada la interpretación que Ganesha había hecho de los shastras. Llego a la casa y vio con sus propios ojos que Ganesha era extremadamente feliz con sus esposas e hijos.

Shiva y Parvati hicieron todo lo posible por consolar a Kartikeya. Prometieron encontrarle una bella esposa. Pero la sangre de Kartikeya estaba hirviendo. Él declaró: "¡No! Hago un juramento. Puesto que todos me habéis engañado, no voy a casarme con nadie en esta vida". En lo sucesivo, Kartikeya fue conocido como Kumara, que significa "el que está soltero". Habiendo hecho su juramento, Kumara dejó la casa de sus padres para vivir solo. No quiso permanecer más con su familia porque sintió que todos le habían engañado. Kumara rehusó a regresar a casa, incluso para visitar a sus padres. Ellos lo añoraban mucho, así que le preguntaron si podían ellos visitarle. Él accedió a que, cuando la noche era más oscura y no había luna, Shiva podría visitarle, y cuando la luna estaba en todo su esplendor, Parvati podría visitarle. Accedió a verlos, pero sólo en esas dos ocasiones al mes, por lo disgustado que estaba con toda su familia