Manasá, diosa de las serpientes.

Manasá es una diosa popular de las serpientes y el veneno.

La diosa Manasá, de cuatro brazos que sostienen una caracola y un loto, otra mano realiza un mudrá, y está sentada sobre una flor de loto, protegida por su hermano la serpiente Shesha. Se la adora principalmente en Bengala y en otras regiones del noreste de la India, principalmente para la prevención y la cura de mordeduras de serpiente, y también para la fertilidad y la prosperidad. Manasá es la hermana de Vasuki, el rey de los nagas (serpientes).


Manasá, reina de serpientes:

Una vez, cuando las serpientes y reptiles habían creado el caos en el mundo, el sabio Kasiapa ―a partir de su mente (manas)― creó a la diosa Manasá. El dios creador Brahmá la convirtió en la diosa que preside a las serpientes y los reptiles. Manasá obtuvo el control sobre la tierra, gracias al poder de los mantras que cantaba.

Manasá propició al dios Shivá, quien complacido le concedió los divinos poderes. Después la adoró mediante rituales, en lo que ella obtuvo el estatus de diosa establecida dentro del hinduismo.


Manasá se casó con el sabio YáratKaru, quien accedió a condición de que si ella le desobedecía, él la abandonaría. Una vez, cuando ella lo despertó porque veía que no se había levantado antes del amanecer (como debe hacer todo hinduista) Yárat Karu se molestó con Manasá porque lo despertó demasiado tarde para el culto, y la abandonó. A petición de los grandes dioses hinduistas, Yárat Karu volvió con Manasá y tuvo relaciones con ella, y ella dio a luz a Astika... su pequeño hijo. 



Rasgos principales de Manasá:

Manasá es representada como una mujer cubierta de serpientes  (y a su vez la destrucción del veneno de las mismas, está sentada sobre una flor de loto o de pie sobre una serpiente de gran tamaño. Es protegido por un techo de caperuzas de siete cobras, sus guardianes. A veces se la representa con un niño en su regazo (sigo de su maternidad y fertilidad). El niño se supone que es su hijo, Astika.

Manasá crio a este hijo, Astika, quien se pasó la vida realizando "sraddhá" para liberar a cada uno de sus antepasados (demonios). Cuando Astika era un joven, también ayudó a salvar a la humanidad (el pueblo nagá en concreto)de la destrucción, cuando el rey decidió exterminar a todos los nagás mediante un gran sacrificio a los dioses

Diosa Manasá, salvadora de Shiva:

Ella es también conocida como Visha Jara (destructor de veneno), Yagad Gaurí, Nitiá (eterna) y Padma Vati. Sus mitos enfatizan su tristeza y mal humor, debido al rechazo de su padre Shivá y de su esposo el sabio Yarat Karu, y el odio de su madrastra, Parvati (esposa de Shivá,).

A menudo es llamada «la diosa de un solo ojo», porque su madrastra Parvati le quemó uno de los ojos.

En algunos pasajes, su padre no es Shivá sino el sabio Kasiapa. Manasá es representada como amable con sus devotos, pero dura con las personas que se negaron a adorarla. Se considera que no es una diosa importante debido a su ascendencia mixta.

Originalmente habría sido una diosa adivasi (tribal), ingresó al panteón como una diosa menor, adorada por grupos de castas más bajas. Más tarde fue incluida como diosa importante en el panteón hinduista, donde ahora es considerada como una diosa hindú en lugar de una diosa tribal.

Manasá fue identificada como la diosa de la fertilidad y de los ritos matrimoniales y fue asimilada en el panteón shivaísta, en relación con el dios Shivá. Los mitos la glorifican como si hubiera salvado a Shivá después de que este bebió el veneno del océano de leche (en el mito del batido del océano), y la veneran como ‘destructor del veneno’. Su popularidad creció y se extendió hasta el sur de India, y sus seguidores comenzaron a rivalizar con el shivaísmo (el culto de Shiva). Como consecuencia de ello, aparecieron relatos acerca de que Manasá había nacido de Shivá. Finalmente, el shivaísmo adoptó esta diosa indígena dentro de la tradición brahmánica de la corriente principal del hinduismo.



La maldad de la diosa de Manasá:

Manasá descendió a la Tierra para obtener devotos humanos. Inicialmente el pueblo se burló de ella, pero Manasá obtuvo su temor haciéndoles llover calamidades a aquellos que se negaban a adorarla. Se las arregló para convertir a toda clase de personas, incluido el gobernante musulmán Hasan, pero no pudo convertir a Chand Sadagar, un ferviente devoto de Shivá y Chandi.

En el intento de convertirlo, Manasá mató a seis hijos de Chand y lo dejó en bancarrota. También mató a Lakhindar, el hijo menor de Chand, en su noche de bodas. La esposa de Chand y su nuera viuda trataron de convencerlo de que adorara a Manasá. Al final, él cedió y le ofreció una flor a un ídolo de la diosa, pero utilizando para ello su mano izquierda (lo que se considera una ofensa) y sin siquiera mirarla. Pero incluso este gesto alegró tanto a la injusta Manasá que resucitó a todos los hijos de Chand, y le hizo recuperar su fama y fortuna. 

El Mangal-kaviá dice que después de esto, la adoración de Manasá fue muy popular para siempre.